Francisco Beltrán Sánchez
Podría ser sólo porque sería la acepción que en los últimos 60 años se ha venido acuñando a nivel mundial en torno al concepto de un modelo económico de la ley del más fuerte, entendida desde la perspectiva del dinero y el poder que ello conlleva. Corriente carente de cualquier escrúpulo para conseguir sus fines, y especialmente basado en generar la sensación de que todo puede ir a peor si no se hace lo que dicen los que tienen el poder y el capital que lo sustenta. El sistema no sólo es ya capitalista, además es subyugador de la libertad humana, desde la anulación del libre albedrío y de la voluntad, es un sistema basado en la inoculación del pensamiento único, (sólo es posible una forma de ver y hacer las cosas y por tanto para que molestarse en querer cambiarlas si no se van a poder cambiar), hay que ser sumisos ante las decisiones de ‘los que saben de esto’ y ante los irremediables golpes de la vida.
Así pues, este sencillo ideario se convierte en ‘pseudoideología’ que no es más que una doctrina que ha encontrado el hábitat perfecto en la globalización desde las nuevas tecnologías de la comunicación y en la codicia humana como valor supremo.
Así pues el edificio poblacional ha quedado como una ‘chincheta invertida’, ya ni siquiera como una pirámide de amplia base y corta altura. Esta doctrina no persigue ni mucho menos establecer un nuevo orden estamental frente al orden de clases, ni mucho menos, sólo intenta generar tres niveles, quienes dominan el mundo desde la posesión absoluta de todos los recursos naturales, de producción y económicos, quienes les sirven a cambio de escandalosas cifras de dinero que les proporcionen un más que alto nivel de vida, estos que son los miembros y/o socios de corporaciones internacionales, de instituciones financieras, económicas y políticas, desde el nivel mundial hasta los niveles regionales, y por último, quienes producimos en la medida que a ellos les interese para mantener su poder; de ahí que ‘el capital’ incentive la producción, las guerras, el hambre,… en el lugar del mundo que le interesa. Si generan o se genera riqueza en un lugar del mundo dando como consecuencia un estado social de bienestar inmediatamente intervienen para por medio de cambios legislativos convertir ese estado social en un mercado de servicios hasta que se esquilma a la población en sus recursos y se somete, llegando a la esclavitud por más absoluta de las dependencias. Evidentemente hay unos cuantos grupos de poder a nivel mundial, pero lo peor de la situación es que todos han copiado el mismo modelo de acción sobre la humanidad.
Por poner un poco la lupa, ese campo intermedio de sumisos ante el color del dinero, esos que se vuelven feroces valedores o impenitentes salvadores ante la gente del pueblo, esos que visten hipocresía en ropajes de ‘buena marca’, esos los ‘felones’ son los que se encargan de hacer todo el trabajo estético y de justificación antiética de la ideológica de uno u otro cuño u otro cuño, por prebendas normalmente vestidas de poltronas de erudición y consejo en grandes corporaciones o instituciones, prebendas que van indefectiblemente vestidas de escandalosas cifras de dinero, son esclavos de hacer esclavos. No podemos creernos por más tiempo a estos ‘gurús’ que provengan de cualquier alineación ideológica, terminan diciendo que hay que hacer lo mismo. Ya decía Albert Einstein «La Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados».
Por ubicar un poco este nuevo doctrinario del ‘ultraliberalismo’ de los últimos 60 años, hemos de saber que emerge en las fuentes del ‘neoliberalismo’ que inserta sus raíces en el liberalismo ilustrado del siglo XIX. Sabemos que ante esta ideología y el conservadurismo estamental en el siglo XIX, por aquello de que no existe el pensamiento único, surgió la ideología socialista. Pero no nos desviemos, aquel liberalismo buscaba, desde la burguesía, un encaje de la libertad económica, política, humana, … con el orden establecido desde la sociedad civil y la política, o sea desde las leyes y sus encajes en la sociedad y su evolución, esta ideología con muchas facetas fue derivando hacia una concepción democrática que legitimara lo más posible su poder en la sociedad.
Nunca el liberalismo hizo gran cosa por el jornalero, obrero, asalariado, proletario…, trabajador en general, pero nunca tampoco había llegado a anularlo/esclavizarlo a los niveles que hoy se propone. Como diría Einstein ‘esto no es una comedia, es una tragedia’ –ante la ONU en 1932 en una conferencia de paz-.
Sólo decir que este doctrinario aunque iniciado en las ideas del ‘Ordoliberalismo’ alemán de Walter Eucken y Rustow entre otros, -que proponía la economía social de mercado con creación de un sistema de precios y libertad de emprendimiento y empresa con intervencionismo estatal favorable-, nada tiene que ver con los nuevos ‘neo/ultraliberales’. Es con el economista americano Milton Friedman, y con ‘los chicos de la Universidad de Chicago’ con quienes adquiere sentido pleno este doctrinario basado en los conceptos de competitividad y rentabilidad económica y en la práctica de políticas de privatización, -que, eufemísticamente, ellos llaman liberalización del sector privado, para poder inmiscuir su actividad capitalista oligopólica en la prestación de servicios públicos-, políticas económicas que eliminan los controles de precios, desregulan los mercados de capital y anulan las barreras al comercio –al suyo-, todo ello con el objetivo de que el poder económico sea quien regule el mundo, por encima del poder político y mucho más del poder del mundo del trabajo, por ello en la última fase acometen de forma implacable la privatización y la debilidad de los estados por la austeridad fiscal, eufemismo de eliminación de impuestos sobre beneficios empresariales, financieros y sobre los grandes patrimonios, además de uniformar el pago impositivo sobre las rentas e incrementar los impuestos directos al consumo.
Ahora cada uno puede volver a preguntarse o no el por qué nos preguntamos qué es el ‘ultraliberalismo’, el ‘Tea-Party’, el ala ultra de las ‘derechas’ del mundo que busca su hegemonía desde el poder económico del mundo. Otra forma de gobierno mundial de unos pocos sobre el resto.
Pero, hoy la he cogido con Einstein, no olvidemos como decía el genio que nosotros lo estamos permitiendo, incluso en esta tan devaluada democracia en la que vivimos pues dos cosas, aunque sepamos que “No se puede acabar con el dominio de los tontos, porque son tantos, y sus votos cuentan tanto como los nuestros», hemos de saber también que «El mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad».
Así pues, desde mi humilde sitio en el mundo estoy totalmente de acuerdo con Einstein y es que «Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales.»
Ahora tiene sentido hacerse algunas preguntas como con la que se inició esta conversación, ¿no crees?